domingo, 14 de febrero de 2010

El árbol sobre el mar




La lluvia cae sobre el mar intranquilo,

Como una suave mano acariciando,

Calmando un corazón dolorido.



Como un náufrago abandonado

Por el destino y por la suerte,

Y a la soledad eterna condenado,



Un árbol anciano, alto y fuerte,

Blanco como el cielo invernal,

Sobre una roca desafía hasta a la misma muerte.



Anclado en medio de ningún lugar,

Sin que lo dobleguen el mar, la lluvia o el viento,

Rey solitario de un océano sin final.



Se yergue altivo bajo la mirada del firmamento.

Y allá arriba, por encima de las orgullosas montañas,

Los astros le observan con ojos argénteos.



Y a su alrededor, las olas estallan

Como esculturas de marfil y cristal,

Creando castillos de espuma blanca.



Árbol plantado en una roca sobre el mar.

De un reino vacío centinela,

A quien la lluvia acaricia con suavidad.



Como una gentil y etérea doncella,

Alivia su dolorosa y cruel soledad,

Mientras a ambos les envuelve la luz de las estrellas.