viernes, 30 de abril de 2010

Tres recuerdos

Tres veces te miro, para poder tener tres recuerdos.




Uno para tus ojos, hierba esmeralda bajo el sol negro de tu pupila

Otro para tus labios, una dulce caricia, una flor que estalla al besar.

El último para tu piel, pálida como un níveo manto, suave como un pétalo en mis manos.



Tres recuerdos, para soñar contigo cuando no puedo mirarte, cuando no me basta con recordarte.

viernes, 16 de abril de 2010

Nota

La brisa nocturna es fría:
Es el suspiro de un cadáver.
Acaso el mío, cuando llegue el alba:
                             Esta noche muero.

 
Estoy harto de la soledad,
De la multitud que alegre me abandona
A merced de mi tristeza y mi nostalgia
De mis miedos, que hoy se irán:
                             Esta noche muero.

Por fin seré libre,
Perdido en un mar negro
Como pobre mortaja
Permanecerán estas nimias letras
Y me arropara la seda nocturna:
                            Esta noche muero.

Doy un paso hacia delante
                           Y caigo.
Noto el aire contra mi cara
                           Y choco
Y se abren mil flores de sangre
Y noto el cemento
Rompiendo el hueso, rasgando la piel
Quebrando las cadenas de carne,
Liberando así mi alma.
Que vuela, sobre un mar de nubes
Y se hunde en el cielo negro:

                            Esta noche muero.
                            Esta noche escapo.
                            Esta noche nazco.

jueves, 1 de abril de 2010

Nocturno lago nevado


Brisa suave, arrastra copos de seda blanca. Llueve luz fría, cayendo desde el mar de luna, mar en calma, sin olas ni tormenta. Sol plateado en la noche de cristal. Los copos de flor beben la ínfima brillantez, llenando la oscuridad de estrellas en la tierra. El resplandor blanco, un delicado contraste a la tangible negrura, pájaros albos en el cielo nocturno. Y aquí, el lago de azabache es mecido suavemente, el cristal es agitado por la lluvia de seda. Pequeñas ondas nacen, enturbiando su movimiento el pálido reflejo de las luces celestes, y se deslizan sobre el agua del espejo, muriendo, deshaciéndose en su inmensidad.

Y la blancura cae

Y miles de ojos de plata se abren

Y la medianoche te contempla