sábado, 21 de agosto de 2010

Impulso

   Lo noto. Algo, dentro de mí, intentando salir. Rompiendo palabras y pensamientos a su paso, estallando en escalofríos, rosas de hielo en la piel. Siento una presión en el pecho, y empiezo a ahogarme. Aquello que intenta escapar se pierde entre las palabras que salen de mis labios, pero sigue ahí, luchando por liberarse. Un instinto, controlando cada gesto, cada movimiento, cada sentimiento. Dueño de mi cuerpo, de mis actos. De mi vida.

   Ya hace años que me persigue, acechando en cada idea, escapando de vez en cuando, para luego volver a brotar. Como una enfermedad, que tenga que derrotar una y otra vez, solo para volver a sufrir. Y ésta es otra de esas veces. Mi pesadilla particular me vence, llenándome con el impulso de dejarla salir. Y lo ha conseguido, esparciéndose sobre el papel en huellas de tinta, como rastros de sangre sobre un lienzo blanco. Por fin me he librado de esa carga, en forma de palabras. Pero volverá a atenazarme, tarde o temprano. Y entonces volveré a escribir, para continuar con este ciclo sin fin.

domingo, 15 de agosto de 2010

Otoño

.
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El viento corre, por las calles grises,

Rozando las doradas esculturas:

Deshaciéndolas

En mariposas de madera.



La lluvia cae, sobre el cemento perlino,

Creando espejos en el suelo:

Que reflejan

Las pinceladas de piedra en el cielo.




El frío llega, arrastrado por la luz blanca,

Filtrándose en la carne:

Cortándola

Y obligándola a esconderse.



El Otoño se acerca, esparciéndose sobre la tierra,

Y empieza el movimiento aquí abajo:

Obligándonos

A no pensar en lo que hemos dejado.

.
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domingo, 8 de agosto de 2010

Sin Inspiración

 . 

 
Soy Tántalo en mi mente

Llena de desesperanza,

Pues no consigo alcanzar

Las palabras que frente a mi danzan.


 Se mueven como el agua

Deslizándose entre mis manos

Ahogándome sin tocarme

Con la crueldad de un ser humano.



Y es que ¿Acaso hay mayor dolor

Que, para el músico, no oír;

Para el sabio, olvidar;

Y para el poeta, ser incapaz de escribir?



Sigo preguntándome cuando cesará la tortura,

El pánico, la insoportable desesperación,

La enfermedad, el ineludible dolor

Del poeta que ha perdido la inspiración.

domingo, 1 de agosto de 2010

Danse Macabre


Las nubes ocultaban la luna cuando llegó la medianoche, cuando sonaron las campanas, tañidos en un tambor de bronce. Y allí, en la campiña, entre la bruma y la oscuridad, surgió una silueta, una bella dama, vestida en sombra y portando un violín de cristal. Tan pronto como el eco de las campanas desapareció, Ella comenzó a tocar una melodía entre alegre y melancólica, el sonido de los ángeles al llorar y los muertos al reír. Una melodía rápida y lenta, hecha para bailar.
Y fue bailada, pues con las primeras notas que el instrumento cantó, miles de figuras aparecieron, trepando desde la tierra. Esqueletos ancianos, cadáveres aún frescos, todos se acercaron, y empezaron a danzar: Solos, en pareja, o formando un siniestro corro; El rey con sus siervos, el asesino con sus víctimas; todos giraban y se mecían en la melodía, todos en torno a su madre, su señora, su diosa. Y Ella, la Muerte, jovial, triste y preciosa, seguía tocando, tejiendo con su violín una armoniosa mortaja, una danza macabra.
Y así permanecieron durante toda la noche, celebrando la orgía del ritmo y las cuerdas, hasta que el sol salió. Lanzó su canto el gallo, desplegó el nublado amanecer sus alas purpureas, y Ella comenzó un suave adagio, al compas del cual la fúnebre compañía se deshizo, volviendo a sus lúgubres moradas. Y fue entonces cuando la bella dama dejó de tocar, y con un suspiro se fundió con las sombras que la envolvían.
Y en ellas permanecerá esperando, en las tinieblas, hasta la siguiente víspera de todos los santos, cuando volverá para celebrar, rodeada de su corte de difuntos, su gloriosa danza macabra.


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Este texto esta inspirado tanto en la obra "Danse Macabre", de Saint Säens, como en el poema en el que este se basó para componerla.