sábado, 21 de septiembre de 2013

Me gusta la oscuridad

Me gusta la oscuridad. La luz intensa quema los ojos, y perfora el cráneo, mientras que la penumbra es suave y calmante. La luz es el día, la actividad, la prisa, el ruido; la oscuridad es la noche, el sueño, la duermevela, el silencio y lo magia. Para mí, sentarse en una habitación vacía con la luz apagada es una de las sensaciones de mayor tranquilidad y seguridad que uno puede experimentar. Y aun así, a veces, cuando pulso el interruptor, en la millonésima de segundo que la luminosidad tarda en llenar hasta el último rincón de mi visión, las fugaces sombras se convierten en todo aquello que yo temo. Un terror absoluto, paralizante, que aunque dure solo un instante deja una huella indeleble en mi mente. Si, me gusta la oscuridad, pero es también la mayor de mis fobias.