La noche despliega sus pétalos en una silenciosa melodía. Plata, aire, el mundo se abre. No mires, no les sigas, son ángeles volando. Sus alas de luz son invisibles contra el cielo negro, y el cristal de sus ojos se fija en el horizonte. Pero puedes oírlos cantar.
Cantan al viento, y a la luna. Al agua y al nácar. Cantan a la propia música, sus voces abrazándose en una sinfonía de colores.
Un crescendo, y un estallido de fuego, y de rayo: de tierra y de sangre, de hielo y metal. El mundo en una canción.
Saltando y girando y naciendo y volviendo a nacer.
Y la canción da vueltas y vueltas y vueltas, danzando en círculos hasta el amanecer.
¡Hasta mañana!