Respiro.
Camino.
Veo, siento, hablo.
Y a pesar de ello estoy muerto.
Por que ¿acaso puede considerarse vida a una existencia vacua, con la absoluta certidumbre de no significar nada?
Un cadáver en la piel de un vivo, eso es lo que soy.
Solo mi mortaja me distingue de los restos podridos de gente que vino antes que yo y que vivió mejor. Oigo mi propio aliento, y me duele saber que existo.
Irme.
Salir.
Olvidarme de todo.
Volar, soñar, dormir.
¿Qué sentido tiene mi vida, si disfruto más hasta con mis pesadillas?
Esta prisión de carne solo me sirve para acumular odio y rencor hacia ella.
Desgarra, rompe, grita, sangra.
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