sábado, 28 de noviembre de 2009

Improvisación (O como escribir sin musas)

Este es el ciclo de la luz y la locura.

Las canciones olvidadas son cantadas por voces etéreas, y la tierra astral es el escenario del mayor teatro. La melodía del azahar se desprende de las cuerdas de un violín de cristal, el reloj de oro se mueve lentamente, lamentando haber despertado, el sol y la luna danzan juntos en el cielo crepuscular.
 El sonido de alas desgarradas, y un resplandor anunciando la caída de un ángel, y llantos, y risas, y silencio. Terciopelo cristalino sobre el vidrio opaco, marcando el camino a los pájaros de papel que bailan sobre mi cabeza.
 Correr, saltar, dar mil vueltas, caer, levantarse, y volver a caer, exhausto, sobre una cama mullida.
Los escritores usan formulas para sus libros y los matemáticos buscan literatura en sus números.
El invierno llega sin haber visto el otoño, las hojas caen aún verdes.
Canciones de plata y claveles, acompañadas por el latir de un corazón quebrado, es todo cuanto oigo en mi propia oscuridad.
 La noche llega, se alejan la luna y el sol, se asoman las estrellas.
Silencio, quietud, expectación.
El público se impacienta, la función comienza.

Este es el ciclo de la luz y la locura.

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